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Blog de Miguel Angel Rodriguez y Urosa

Obelisco de Calatrava

Obelisco de Calatrava
Según los expertos, el obelisco de la Plaza de Castilla no es propiamente un obelisco. Al alcalde Ruiz-Gallardón se lo ha dejado muy claro, por carta, el secretario general de estudios egipcios. No sé que nombre le impondrá la costumbre, si torre, columna, fuste, eje, menhir o pirulo, pero yo, qué quieren que les diga, pienso llamarlo como me dé la gana. Y, como queda a unos metros de mi trabajo, y ya lo he visto refulgir en la mañana turbulenta, le haré a los visitantes la típica pregunta bonaerense: ¿Viste ya el obelisco?
Las obras de Calatrava tienen la virtud de situar la eternidad en un espacio y en un tiempo, como mandan los cánones. A Madrid le faltaba una obra moderna y emblemática con la que poder identificarse en su salto hacia el futuro, y ahora, con este otro Santiago y abre España, con este árbol de oro, con esta máquina espiritual, con este taladro celeste que, como un regalo de Navidad, venía envuelto en su Caja, se ha puesto una inyección de mundo nuevo. Al fin tiene su cumbre o su veleta: su Eiffel o su Giralda.
Como no ha sido concebido para dejar indiferente a nadie, el obelisco le contará a quien lo mire una historia a su altura. Yo ayer lo contemplaba, camino de una Santa cervecería de la que soy devota, y veía, en las doradas lamas giratorias, trigueñas, orgullosas, ensambladas, el alma de una villa hecha de muchos pueblos. Porque a Madrid -milagros de la Corte- vino gente de todos los rincones a compartir gramática y acento. Y este obelisco ya nos pertenece, por mucho que pretenda adueñárselo el viento.

Don Juan Carlos ha presidido  en la madrileña plaza de Castilla la inauguración oficial del monumento erigido por Caja Madrid en conmemoración de su tercer centenario, obra de Santiago Calatrava, la primera obra diseñada por el arquitecto valenciano que se lleva a cabo en la capital.

Se trata de un gigantesco cilindro de acero y bronce de 93 metros de altura, dos metros de diámetro y 572 toneladas de peso.

Anclado sobre un trípode de acero que salva el túnel de tráfico de la Castellana, su base está constituida por un cono truncado elevado en su vértice más alto hasta seis metros sobre la rasante de la plaza.

Toda la superficie de la columna o mástil, forrada por barras de bronce dorado, está dotada de un suave movimiento de basculación que se transmite a través de la vinculación existente en los extremos de las 493 lamas o costillas ancladas al fuste, lo que da lugar a un aparente movimiento de ascensión de una onda a lo largo del fuste.

En palabras del propio Calatrava recogidas en la nota de prensa difundida por Caja Madrid, el monumento, al que Calatrava llama erróneamente obelisco, es una obra que "cabalga entre la arquitectura, la escultura y la ingeniería".

En el acto han intervenido el presidente de la Caja madrileña, Miguel Blesa, el director del Departamento de Estructuras del estudio de Calatrava, Mario Rando, y el alcalde de la capital de España, Alberto Ruiz-Gallardón.

Rando y Ruiz-Gallardón han destacado la complejidad de la obra y el alcalde ha precisado que no se trata de un obelisco como se venía anunciando desde que se presentó el proyecto, sino de una columna.

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