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Blog de Miguel Angel Rodriguez y Urosa

José de Ribera, artista en el Prado

José de Ribera, artista en el Prado

Los primeros pasos en la pintura de José de Ribera (Játiva, 1591-Nápoles, 1652) eran hasta no hace más de una década un territorio ignoto. Las circunstancias de su esforzado aprendizaje, ya en Italia, eran alimento de la especulación. Pocos especialistas echaban la vista a ese momento de su vida. Y así fue confeccionánose un jaleo de profecías, desconfianzas, certezas (escasas) y atenciones que tuvieron su punto de arranque (principalmente) con la gran exposición que el Museo del Prado dedicó al artista valenciano en 1992.

Empezó entonces el proceso de 'restauración' de los años desconocidos de un pintor que desde la semilla dejó el calambre de su talento precoz. Los estudiosos José Milicua y Gianni Papi impulsaron las investigaciones y sus resultados han amplificado la poderosa creación del 'Españoleto' (como lo llamaron en Italia debido a su estatura). Este es el origen de una exposición reveladora que el próximo martes presenta el Prado: 'El joven Ribera', abierta hasta el 31 de julio y de la que son comisarios Milicua y Javier Portús.

La muestra recorre a través de 32 obras los años más relevantes de la etapa temprana de Ribera, el comienzo de lo que iba a ser su singularísima madurez. Una galaxia que no está cerrada, sino que sigue siendo un territorio fértil de exploración. El 'Españoleto' era rápido, no firmaba las obras y en los años de estancia en Roma andaba a la busca de un estilo que concretaría algunos años más tarde en Nápoles.

Algunas de esas huellas, hoy por fin reconocidas, están hoy en el Prado y figuran como jóvenes obras maestras. Es el caso del 'Juicio de Salomón', el 'Apostolado Cosida' o los cinco retratos de apóstoles que conservó el historiador del arte Roberto Longhi. 'La resurrección de Lázaro' es otra de las piezas claves de la exposición -dividida en cinco espacios-. Fue adquirida en 2001 por el Museo del Prado en Nueva York y las dudas sobre su atribución se arrastrron hasta hace unos años.

En muchas de estas obras se perciben los tanteos 'caravaggescos' del joven 'Españoleto', pero también la sagacidad para resolver la carga narrativa de las escenas, los tanteos con el color, la atracción por la materia, la concepción de los cuerpos masculinos como escenarios del castigo, del daño, del sacrficio, de la redención. Todo eso fue resuelto en los 12 o 14 años que revisa esta muestra, echando luz a lo que luego será el legado de uno de los maestros del tenebrismo, del que el Prado cuenta con 40 obras de su producción de madurez.

"En los últimos 20 años se ha producido un verdadero cambio sísmico en la percepción de la obra de iniciación de Ribera", comenta Gabrielle Finaldi, director adjunto de la pinacoteca madrileña. Pero aún vendrán nuevas aportaciones, pues la estela de José de Ribera es un cauce que aún esconde corrientes inéditas.

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