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Blog de Miguel Angel Rodriguez y Urosa

El Capricho: paseo por sus lugares secretos

 

Recorrer las 15 hectáreas que ocupa el parque de El Capricho es una sorpresa constante y un regalo para la vista. La belleza paisajística se une a la riqueza arquitectónica de los «caprichos» que salpican este jardín histórico, un auténtico museo al aire libre. Pero si sorprendente es el exterior, aún más lo es asomarse al interior de las construcciones: el abejero, el Casino de baile, el Palacio de los duques, la casa de la Vieja, o el que fuera búnker del general Miaja durante la Guerra Civil Española, un pedazo de historia a 15 metros bajo tierra. ABC ha entrado y ahora lo cuenta a sus lectores.

Tres mujeres compitieron durante el reinado de Carlos IV por ser las protagonistas de la vida social madrileña: la Reina María Luisa de Parma, la Duquesa de Alba y la Duquesa de Osuna. Las tres pugnaban por tener a su servicio a los mejores artistas de la época. La de Osuna ganó la partida con estos jardines, en los que se entremezclaban la teatralidad de la falsa Ermita en ruinas con las fiestas en el Casino de baile, al que se llegaba en falúas navegando por la ría.

De Versalles a Madrid

El Capricho tuvo varios paisajistas, entre ellos Jean Baptiste Mulot, llegado directamente de Versalles, y al que la duquesa obligó a firmar un contrato en exclusividad: se comprometía a trabajar sólo para ella y marcharse después de España.

La primera construcción en realizarse fue el palacio, levantado sobre lo que fuera antes una casa de labor. Su exterior ya ha sido recuperado, y ahora se trabaja en los interiores. Numerosos arquitectos trabajaron, a finales del siglo XVIII, en este palacio, en los que muchos ven el sello del gran Villanueva.

Mantiene su magnífica escalera doble en la entrada de carruajes, recientemente restaurada por el Ayuntamiento madrileño, y una espléndida fachada —hay quien dice que no hay otra igual en Madrid—, con capiteles de plomo y florones decorados, con una estructura teatral muy del gusto de la época.

La parte mejor conservada es la que corresponde a las habitaciones de la duquesa, donde aún perdura algún suelo de azulejo pendiente de restaurar, en la misma habitación donde una escalera de caracol comunica con el torreón de la duquesa.

Suelos originales

Otro solado, en la planta inferior, reproduce el mosaico de la batalla de Issos, en la que Alejandro Magno se enfrentó al rey persa Darío. El original está en la Casa del Fauno, en Pompeya; éste está hecho con piezas de cerámica pintada, que imitan las teselas. La habitación donde se encuentra era un amplio comedor, cuyas ventanas tiene vistas al laberinto. Y al fondo de la habitación, se conserva una zona, elevada sobre el resto de la sala, que el general Miaja utilizó como despacho mientras ocupó el palacio el Cuartel General del Ejército del Centro.

Entre los «caprichos» con que la duquesa de Osuna, María Josefa Alonso Pimentel, adornó sus jardines, los hay dedicados a la ciencia —el Abejero—, la milicia —el Fuerte—, los viajes —la Ría—, el amor y el lujo —el Casino de baile—, o la vejez —la Casa de la Vieja—.

El abejero

El abejero es, en su exterior, una construcción con ventanucos para la entrada de los himenópteros. Por dentro, esconde un auténtico tesoro: sus 80 colmenas son visibles a través de unos cristales que permiten ver a las abejas en plena labor. Tiene a la entrada con una bóveda de tambor decorada simulando las celdas de un panal. Para restaurarla, se desmontó y volvió a montar pieza a pieza. También las columnas que la rodean, de estuco imitando mármol, se montaron de nuevo como un puzzle, ya que fueron encontradas totalmente fragmentadas.

A continuación puede verse el Fuerte, que según los especialistas «se nota que está diseñado por un militar». No muy lejos, se alza el gran pino del Capricho, el rey del jardín. Un ejemplar excepcional que se poda por el procedimiento de trepa, con escaladores que ascienden mediante cuerdas.

A un lado del estanque está el Embarcadero o Casa de Cañas, decorado al estilo chinesco. Y desde el cual, por la ría, se llegaba al Casino de baile navegando en falúa. En el piso de abajo, el agua penetraba hasta un depósito, cuya salida domina la estatua de un jabalí, reproducción del que se conserva en la Galería de los Uffizi, en Florencia;del «Porcellino» del Mercato Nuovo de Florencia y del que está en los jardines del Museo Cerralbo. La planta superior alberga el Casino, una gran sala de baile circular, con espléndidas vistas sobre los jardines.

Trampantojos

El último de los «caprichos» de la visita es la Casa de la Vieja: entrar en ella es como penetrar en el tunel del tiempo, y aparecer directamente en el bosque de Blancanieves. La puerta da acceso a un cuarto redondo con paredes y techos de musgo natural. Y de ahí se pasa al resto de la casa, con trampantojos en las paredes, simulando cuadros, mapas, el ajuar de una cocina antigua, grietas y repisas.

Hay una escalera de madera que sube a la primera planta, en la que se reproduce la decoración de las paredes. Y fuera, protegida por una valla de madera, se cultiva una huerta.

La duquesa está a punto de volver a su jardín: el busto que le encargó su nieto, Pedro Alcántara Tellez Girón, y que estaba colocado en la exedra del paseo de los emperadores, desaparecida a mediados del siglo pasado cuando la propiedad era aún privada, ha sido recuperada por el área de Las Artes, que dirige Fernando Villalonga, y será reincorporada a su ubicación original en pocas semanas.

El búnker de Miaja, tal cual era

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