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Blog de Miguel Angel Rodriguez y Urosa

400 años sin Cervantes, 1616-2016

400 años sin Cervantes, 1616-2016

El 23 de abril se cumplen cuatro siglos del fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra. Y nunca se había dedicado una exposición a su vida, figura y significado más allá del Quijote. El meritorio esfuerzo de la Biblioteca Nacional sabe a poco, pero puede servir de acicate a otras instituciones y ulteriores iniciativas.

La exposición ’Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016)’ nos acerca a él por un camino con tres tramos diferentes, primero el hombre, luego el personaje y, por último, el mito. Comisariada por el catedrático de la Complutense y presidente de honor de la Asociación de Cervantistas, José Manuel Lucía Megías, y asesorado por un triunvirato formado por José Álvarez Junco, Javier Gomá y Carlos Reyero, quisiera lograr una visión global sobre la construcción del mito de Cervantes, su identificación con España y su proyección en el imaginario occidental de los últimos siglos. Tan ambicioso objetivo resulta inalcanzado aunque el visitante obtendrá ciertamente mayor conocimiento de algunas etapas de su vida  y de su repercusión y valoración dentro y fuera de España. La parte bibliográfica está mucho mayor desarrollada que el resto, respondiendo lógicamente al interés y posibilidades de la institución que lidera la iniciativa.

El comisario recuerda que hace un siglo, el conde de Romanones decidió aplazar las celebraciones cervantinas debido a la Primera Guerra Mundial, por lo que la mayoría de las actividades programadas (como una exposición en la BNE) fueron suspendidas. Y que el cuarto centenario de su nacimiento en 1947 tampoco se consideró fecha adecuada para celebraciones culturales, tan cercana la guerra civil y tan difícil la posguerra. ’Dentro de lo poco que se ha conservado del hombre, destacan sus autógrafos, los escritos realizados por su propio puño y letra. Once documentos, fechados entre 1582 y 1598, que están vinculados, a excepción del primero, a su vida administrativa como comisario general de abastos y de recaudador de impuestos. El primero, la carta que le envía al secretario del Consejo de Indias, Antonio de Eraso, dando cuenta de que sigue esperando uno de los puestos vacantes de América, es el único que deja traslucir algo de su vida personal: mientras espera alguna “merced” se entretiene “en criar a Galatea, que es el libro que dije a Vuestra Merced estaba componiendo”. Sólo faltan los tres de Estados Unidos, que fueron robados del Archivo General de Simancas en el siglo XVIII). A estos testimonios se les unen, por primera vez, cuatro autógrafos falsos, esos que se descubrieron en el siglo XIX: el billete que en marzo de 1616 escribe Cervantes a Juan de la Cuesta para que le entregue un ejemplar del Quijote al portador del mismo; y las ¡tres copias! de la carta que Cervantes le escribiera al cardenal Sandoval agradeciéndoles sus servicios, fechada el 16 de marzo.

La exposición se inicia con una animación digital -poco lograda- en la que el homenajeado desde la realidad vrtual da la bienvenida al visitante.

En el primer tramo se analiza qué conocemos de Cervantes, los lugares, los acontecimientos en que se desarrolló su vida personal y literaria, en la época conocida como Siglos de Oro, el momento y circunstancias vitales en las que escribió sus obras y con qué finalidad, y cómo vivía y sobrevivía entonces. Están aquí sus autógrafos verdaderos y falsos, documentos sobre su lugar de nacimiento y patria, piezas sobre el Cervantes soldado y cautivo, grabados y dibujos originales sobre la batalla de Lepanto o cuadros sobre momentos concretos en su vida, sus primeros escritos, la obra teatral y romancista, las últimas obras impresas, su relación con otros autores y los textos vinculados a sus últimos momentos, su acercamiento a las órdenes religiosas, su fallecimiento, y el anonimato de su entierro, que contrasta con los de otros autores de la época, que muestra cómo murió Cervantes alejado del reconocimiento de su tiempo. Destacan piezas que en pocas ocasiones o nunca han sido expuestas, la Partida de bautismo del Ayuntamiento de Alcalá de Henares, su inscripción en el Libro de difuntos del Convento de las Trinitarias Descalzas.

El segundo eje de la muestra está dedicado a ver cómo se ha ido construyendo el personaje de Cervantes a partir de casi todos sus retratos que desde 1738, se han ido postulando como verdaderos, a partir de la descripción que Cervantes hace de sí mismo en las Novelas Ejemplares (1613), desde los grabados de las ediciones londinenses del Quijote de 1738, hasta el retrato atribuido a Juan de Jáuregui. Además, grabados, litografías, dibujos originales y fotografías muestran las mil caras con las que se ha representado el personaje en los últimos siglos a partir de cómo el mismo se dejó descrito: ’ Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies. Este digo, que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso,... y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria’. Compare el visitante y decida cuál propuesta mejor le sabe.

El tercer y último eje cuenta cómo se ha ido construyendo el mito de Cervantes como símbolo de la lengua española y de la misma nación española. El itinerario comienza en tierras inglesas, el primer país en el que Cervantes fue reconocido y en donde se publica su primera biografía, la escrita por Gregorio Mayans y Siscar, que va a poner las bases de un modo de entender al personaje, que termina por consolidarse como mito. La Guerra de África (1859-1860) y, sobre todo, la crisis del 98, serán dos momentos históricos en los que el mito Cervantes (acompañado de Don Quijote) terminará por ser imagen de lo español. La última parte de esta sección está dedicada a la presencia pública de Cervantes en monumentos, comenzando por la estatua que se coloca en 1835 delante de las Cortes en Madrid, y culminando con el monumento a Cervantes en la Plaza de España, que se ideó en 1914, pero que solo pudo ser terminado en la década de los sesenta del siglo XX.

Finalmente, un audiovisual propone frases de Cervantes escogidas por Javier Gomá, y en el largo pasillo que conduce a la salida, se recuerda someramente su recorrido vital de Alcalá de Henares a Madrid, pasando por varias etapas andaluzas, Valladolid, Toledo, Roma, Nápoles, Argel y Túnez. Ello nos recuerda que el ayuntamiento de Madrid no ha tenido a bien dedicar alguna atención especial a las dos etapas en las que vivió en la Villa y Corte, entre 1566 y 1570 primero, y después de 1608 a su fallecimiento, tras su estancia en Valladolid siguiendo a la corte de Felipe III. Se estableció en el barrio de Atocha. En 1609 se mudó a la calle de la Magdalena y después a la calle del León, (llamada anteriormente calle del Mentidero). De allí, en 1612 se trasladó a la calle de las Huertas y después a la plazuela de Matute para finalmente ir a vivir otra vez a la calle del León, a una casa que hacía esquina con la calle de Francos. Todas estas calles conformaban lo que llegó a conocerse como barrio de las Musas, pues se puso de moda aquel entorno entre los escritores, actores y actrices del siglo XVII. Murió Cervantes en esta última casa de la calle del León esquina con Francos, en la manzana 228.

En el año 1833, el propietario del inmueble, don Luis Franco, quiso derribar la casa que estaba muy ruinosa, para edificar una de nueva planta. El 23 de abril de ese mismo año, en el momento en que se procedía al derribo de la casa en cuestión, Ramón de Mesonero Romanos escribió en el único periódico literario de la época un artículo en memoria del escritor y sobre el suceso del derribo. Dicho artículo llamó la atención del rey Fernando VII quien propuso que se suspendieran las obras para que el Estado comprase el inmueble. Pero el propietario no cedió de ninguna manera y el derribo se llevó a cabo. Una vez terminada la nueva construcción, cuya entrada ya no estaría por la calle del León sino por la de Francos, se puso en la fachada un relieve con el busto de Cervantes y una inscripción rememorando su estancia y muerte en aquel lugar. Poco después se cambió el nombre de la calle de Francos por el de calle de Cervantes. Hoy un pintoresco negocio de plantillas y zapatillas instalado en los bajos del inmueble se encarga de recordar al insigne vecino.

Especial mención merece la partida de enterramiento de Cervantes que se conserva En el libro de difuntos de la Iglesia de San Sebastián, parroquia del actual Barrio de las Letras a la que pertenecía y a la que acudió durante años. Los libros sacramentales de las parroquias fueron un requisito impuesto por los cánones del Concilio de Trento para la «cura de almas». En ellos se registran cronológicamente el sepelio de los feligreses que vivían en una parroquia: nombre, estado civil, lugar de residencia, circunstancias de su fallecimiento, lugar de entierro, misas satisfechas por su alma, mención de su testamento, si lo hubo, y albaceas del mismo. En el caso de Miguel de Cervantes, el dato preciso de su óbito es conocido de antiguo, al menos desde 1749, con motivo de la edición de sus comedias y entremeses en dos volúmenes, editados en Madrid: su prólogo ofrece como colofón la primera transcripción del registro del libro de difuntos de San Sebastián. El Libro 4º. de difuntos ostenta en su folio 270 r. la partida correspondiente. Su transcripción es la siguiente:

’En 23 de abril de 1616 años murió Miguel de Çerbantes Sahauedra, casado con doña Catalina de Salazar, calle del León. Recibió los Santos Sacramentos de mano del licenciado Francisco López. Mandóse enterrar en las Monjas Trenitarias. Mandó dos misas del alma, y lo demás a voluntad de su muger, que [e]s testamentaria y el licenciado Francisco Martínez, que viue allí’. Hace unos años el párroco decidió retirar del interior una placa que recordaba el evento porque hacía pensar a los turistas que era aquí donde estaba enterrado.

Cervantes falleció de diabetes a la edad de 68 años de diabetes y deseó ser enterrado en la iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas, pero se desconoce el lugar exacto en el que se encuentra. El 24 de enero de 2015, se anunció haber encontrado un ataúd con las iniciales «M.C.», el cual fue sometido a estudio, y se estableció que los restos eran una concentración de huesos, fragmentados y deteriorados, correspondientes a diecisiete personas, entre los que posiblemente se encuentren los de Cervantes y su esposa», aunque no faltaron los escépticos: «No hay tal hallazgo. Sabemos lo mismo que sabíamos antes».

Según Gomá, esta exposición es un proyecto memorable sobre uno de los cuatro grandes españoles, junto a Velázquez, Goya y Picasso, y el único escritor entre ellos, un escritor devorado por su criatura, el ingenioso hidalgo, y sin embargo el más actual de los cuatro, con el que tenemos una deuda que viene a saldar esta exposición, ’la mejor de las posibles, por exhaustiva, maravillosamente estructurada y tan bien contada. Es una figura de cohesión y consenso en una sociedad de banderías, en la que su idealismo, cortesía y humor pueden muy bien venirnos’.

BIBLIOTECA NACIONAL
Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016)
Del 4 de marzo al 22 de mayo de 2016
Organiza: Biblioteca Nacional de España (BNE) y Acción Cultural Española (AC/E) 

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