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Blog de Miguel Angel Rodriguez y Urosa

«Amadeu» Boadella da el cante

 

 Comenzó con una noticia en las páginas de «La Vanguardia» en 1995: los restos del compositor Amadeo Vives no encontraban quien les costeara el reposo eterno. El Ayuntamiento de su localidad natal no quería seguir haciéndose cargo de la tumba y parecía que el bueno de Vives, huesos y polvo ya, acabaría en una fosa común. Albert Boadella intuyó que había encontrado el punto de partida para abrazar por fin un viejo anhelo: hincarle el diente al género lírico. El resultado fue, en 2011, «Amadeu», un musical que recibió grandes elogios y se convirtió en uno de los espectáculos más aplaudidos de la pasada temporada. No parecía lógico abandonarlo sin más, y este año vuelve a los Teatros del Canal.
 
Este «combate generacional entre la zarzuerla y el rock duro», como reza su sobretítulo promocional, parte de esa anécdota en escena, aunque con el dote típico del director de Joglars: en la redacción de un diario catalán, un joven periodista al que le va más Deep Purple que Mozart recibe el encargo de escribir un artículo sobre Vives. Para el «plumilla», la zarzuela es cosa de viejos, un género «paleolítico» y «casposo», y de Vives no sabe nada hasta que no empieza a investigar. Pero poco a poco irá adentrándos en la fascinante personalidad del autor, que cobra vida en su imaginación –la hierba afgana a la que es aficionado el juntaletras ayuda algo–. Vives firmó las partituras de «Bohemios» (1903), «El húsar de la guardia» (1904) y la célebre «Doña Francisquita» (1923), entre otras muchas zarzuelas. También compuso ópera y operetas, como «Maruxa» (1915, inicialmente zarzuela) y «La generala», respectivamente. Fue además un personaje clave en la vida cultural de la Barcelona de finales del XIX como fundador del Orfeó Catalá, en 1891 junto a Lluís Millet. Fue precisamente el Orfeó el que finalmente aportó el dinero para su tumba.
 
Selección de piezas
 Pero la polémica había saltado y Boadella no la pasó por alto: «Me pareció una ingratitud directa, canallesca, debía ser contado, es algo muy propio de la tierra en la que nací, siempre ingrata con sus artistas». El director, además, tenía otro motivo para embarcarse en este trabajo: «Soy un zarzuelero empedernido. Me gusta mucho el género, mi hermano me llevaba cuando era  pequeño y siempre quedó en mí esa nostalgia por hacer algún espectáculo de zarzuela». Así, en este espectáculo musical se escuchan la obertura y el intermedio de «Bohemios», la «Canción del ruiseñor» y «Por el humo», entre otras piezas de «Doña Francisquita», el intermezzo de «Maruxa», la «Canción del arlequín» de «La generala», además de varias piezas de género chico –desde «La primera del barrio» a «La chipén» y «La fresa»– y, cómo no, dos célebres canciones de Vives, «L’Emigrant» y «La balanguera». El maestro que dirigió durante dos décadas las producciones del  Teatro de la Zarzuela, Miguel Roa, ha seleccionado y dirige la parte musical de esta producción del Canal, aunque no es el único que baja al foso para dirigir a la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, sino que se turna con otro batuta más joven, Manuel Coves. Los acompaña el coro JORCAM Academia, dirigido por Félix Redondo, y habrá un sexteto de voces solistas, con las sopranos Auxiliadora Toledano y Yolanda Marín, las mezzos Joana Thome y Lola Casariego, y los tenores Israel Lozano y Francisco Corujo.  «Es un montaje complejo en lo musical»; explica Roa, que recuerda que «Vives era un gran conocedor del folclore español y del catalán». Fue, añade, «una figura de una gran altura, pero perjudicada por la aparición de Manuel de Falla y otros hombres que surgieron a su alrededor», y recuerda que cultivó además la «música golfa», canciones y números «antológicos, una música graciosísima  pero, sobre todo, formalmente perfecta». 
  
Aunque «Amadeu», cuenta Boadella, se aleja de la «espantosa» antología lírica, que tanto ha proliferado: «Es un retrato, básicamente, como muchos que he hecho a lo largo de mi carrera». Y cita a Dalí, Pla, Puyol... Con todos ellos comparte el humor y un toque personal, aunque éste tiene algo más: «He buscado un elemento especial: la música. Dentro de eso he tratado de hacer un retrato muy real. Casi todo lo que sucede en la obra ocurrió, pero parte es fruto de mi imaginación». Por eso era importante tener una trama teatralizada. Y eso implica un periodista y un compositor, amén de un redactor jefe del diario, al que da vida Chema Ruiz. Raúl Fernández –habitual de salas como Guindalera y ahora un rostro conocido gracias a la serie de televisión «Con el culo al aire»– encarna al primero y Antoni Comas se transforma en un genuino trasunto, fumador de puros y de marcado acento, del tullido Vives, al que la polio y una caída dejaron cojo y con un brazo inutilizado. Lo que nunca le impidió sentarse al piano.

 
 
El detalle
 NO EN BARCELONA
 La figura de Vives es, asegura Boadella (abajo), incómoda para el catalanismo. Barcelonés eminente, vivió no obstante sin dar la espalda a Madrid. «El personaje tiene lo que llamo la esquizofrenia catalana. Hizo el mismo viaje que yo de Cataluña a la capital». Y añade que «hay una parte del nacionalismo catalán, y otra importante de la Administración, a la que le cuesta aceptar este hecho». Por eso la obra no se ha visto en Barcelona. Estaba programada en el Lliure, pero los recortes hicieron que se cayera del cartel.

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