Poesia de mayo
Gracias, Señor, por las cosas elementales:
el rayo de sol que no pregunta;
la sombra del castaño con los brazos extendidos;
la tarde que murió ayer detrás de la montaña
sin oficio de difuntos.
El agua que trabaja su pureza en lo hondo de la sierra;
el aire que limpia mis pulmones mientras duermo;
la tierra viva generando en las raíces los frutos y colores...
La mirada transparente como una puerta de cristal;
la mano que disuelve el hastío al estrecharse;
el pelo crespo y recio como una voz de dignidad;
el cántico común que abre la existencia al nosotros infinito...
La herencia de los siglos manifestada
en el suero que me salva gota a gota;
en el hilo de cobre que trae luz a mi noche;
en la página del libro que sana mi ignorancia.
Benjamín Glez. Buelta
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