100 años de Gran Via
Nunca un ámbito urbano ha gozado de tanto predicamento sin existir. La Gran Vía madrileña antes de que cobrara vida entre 1910 y 1929 ya era conocida en el mundo.
Una genial obra lírica, estrenada el 2 de julio de 1886, La Gran Vía, se encargó de hacerla popular no sólo en España sino en toda Europa y más allá. Nietzsche, tras verla en Turín en 1888, se quitó el sombrero.
Sin duda, Chueca y sus colaboradores realizaron el mejor spot para una espectacular operación urbanística que todavía estaba por venderse a los madrileños.
Semanas antes de conocerse la zarzuelilla, el 3 de marzo, el consistorio madrileño había aprobado el proyecto de una "gran avenida transversal este-oeste entre la calle de Alcalá y la plaza de San Marcial (hoy, plaza de España)". Pero del dicho al hecho siempre hay un trecho.
Es verdad que, tras pensarse el denominado ensanche, con la alta burguesía en Castellana-Serrano y la media en Princesa-Moncloa, quedaba por unir Salamanca y Argüelles, atravesando la capital con una rúa a la parisién.
Pero el proyecto del arquitecto Velasco, que establecía una avenida de hasta 30 metros de ancho, se frustró. La falta de dinero y, sobre todo, la oposición vecinal truncaron la expectativa de no pocos negociantes.
En 1897, los arquitectos municipales Salaberry y Octavio reciben el encargo del alcalde Romanones de retomar el proyecto, que será aprobado en 1901. La obra se dividía en tres tramos: la Avenida A, desde la actual Plaza de España a Callao; el Bulevar, hasta la Red de San Luis, y la Avenida B, que llegaba a Alcalá. 1.316 metros, con un ancho en las avenidas de 25 metros y en el bulevar de 35. Las obras se aprobaron en 1904, pero hasta 1909 no se adjudican por quedar tres subastas desiertas.
Al fin, el banquero francés Martin Albert y el alcalde Francos Rodríguez firmaron las escrituras el 19 de febrero de 1910, y el 4 de abril Alfonso XIII con un pico de plata inauguró las obras, arremetiendo contra la casa del cura de la iglesia de San José, que fue el primero de los 312 inmuebles demolidos en la remodelación.
La Gran Vía supuso la desaparición de 14 calles y la modificación de 34, como Jacometrezo o Caballero de Gracia. La intervención afectó a 142.647 metros cuadrados, 48 calles y 358 fincas, y se construyeron 32 manzanas nuevas.
El primer tramo, de Alcalá a San Luis, la Avenida B, que pasó a llamarse calle del Conde de Peñalver, estuvo acabada en 1917. El segundo, el Bulevar, se finalizó en 1922, y se llamó avenida de Pi y Margall. En ese año la apasionante figura del magnate vasco Horacio Echevarrieta, un Ciudadano Kane, sustituyó al francés Albert al frente del proyecto. Y en el 29 se acabó el tercer tramo, hasta la plaza de España, convirtiéndose la Avenida A en calle de Eduardo Dato. Aún llevándose a cabo la apertura de la calle en el 29, los edificios se demoran, terminándose algunos tras la Guerra Civil.
Al comenzar el siglo, al tomar posesión como alcalde Alberto Aguilera, gran impulsor de la Gran Vía, Madrid se plantea su ornato. Se implantan las esculturas de Cascorro y Lope de Vega, y se piensa en arquitecturas como las de París o Nueva York.
Desde Alcalá, la Gran Vía contará con una arquitectura emblemática, partiendo del edificio que fue sede de la Unión y el Fénix, hoy Metrópolis (1911), y llegando al Coliseum (1931-33), casi en la Plaza de España. Entre medias, la Telefónica (1926-29), sobre un proyecto de Weeks, arquitecto de la ITT. También, el edificio Madrid-París (1922-24), que fue sede de los populares almacenes SEPU, a la europea. «Quien calcula compra en SEPU», fue su famoso eslogan. Y el Palacio de la Prensa (1925-29), frente al edificio Carrión (1931-33), con su gran letrero luminoso.
Con la Iglesia se topó también el proyecto. La salvación del Oratorio de Caballero de Gracia hizo modificar el trazado. Y en 1926, al plantearse la demolición de la Casa Profesa de los jesuitas, la Compañía se negó. Pero el 1 de mayo del 31 el edificio fue incendiado, lo que propició que los Otamendi, autores luego del Edificio España y la Torre de Madrid, hicieran el complejo Lope de Vega (1945-49), con un teatro, un hotel y un gran centro comercial en el subsuelo, Los Sótanos, que fue toda una atracción.
Los nombres primeros de la nueva vía desaparecieron. Llegaron las avenidas de la CNT, de Rusia, de la Unión Soviética y de José Antonio, hasta que el alcalde Tierno, en 1981, la llamó como la más representada de las piezas de nuestro género chico, La Gran Vía. Y ahí sigue.
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mike -
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M. DE LA FUENTE / S. MEDIALDEA