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Blog de Miguel Angel Rodriguez y Urosa

150 años barrio de Salamanca

150 años barrio de Salamanca

El Ayuntamiento de Madrid presenta una exposición en el Hotel Wellington, el Centro Riojano de Madrid y el Centro Comercial ABC Serrano sobre el CL aniversario del 'Plan Castro', que supuso el primer gran ensanche de la capital. Madridiario ha hablado con varios expertos que explican la importancia del proyecto.
El arquitecto sevillano Carlos María de Castro ideó el proyecto de ensanche de Madrid entre 1854 y 1860. La ciudad no había rebasado los límites fijados por la cerca de Felipe IV desde hacía 229 años. Un espacio de apenas 800 hectáreas. El urbanismo de la capital evolucionaba aumentando su densidad, no su cantidad de suelo, para acoger la creciente inmigración que llegaba de todas las provincias de España. Al igual que otras grandes ciudades europeas, se proyectaron ensanches en época de la Ilustración y de Napoleón, pero ninguno llegó a concretarse y la ciudad sólo crecía hacia dentro con el riesgo de colmatarse. La desamortización de Mendizábal añadió más leña al fuego, al crear nuevos espacios con el derribo de edificios de la Iglesia. El hacinamiento se hizo evidente. Madrid pasó de 220.000 habitantes en 1800 a 300.000 en 1860, y la necesidad de implantar nuevas infraestructuras como el Canal de Isabel II (1852), el ferrocarril (1851), el tranvía, la industria y los servicios era muy significativa, sobre todo para la capital del Estado.

"Los promotores inmobiliarios comenzaron a dividir los antiguos palacetes en auténticos pisos patera, 'tugurizando' el centro. La burguesía no quería vivir allí, y como resultado el Gobierno fomentó el Plan de Castro", explica Carlos Sambricio, catedrático de Historia de la Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid. El proyecto multiplicaba por tres la superficie de Madrid (2.294 hectáreas), delimitando el nuevo espacio de la ciudad con un foso de segregación para evitar el contrabando y la evasión de impuestos municipales, en las avenidas de Reina Victoria, Raimundo Fernández Villaverde, Joaquín Costa, Francisco Silvela y Doctor Esquerdo.

Ciudad zonificada
Estructuraba el crecimiento en dirección norte-sur con manzanas cuadradas y rectangulares realizadas con chaflanes y grandes espacios interiores ajardinados, y grandes calles paralelas y transversales jerarquizadas en tamaño y circulación por orden de importancia. Permitía, a su vez, establecer grandes espacios abiertos y plazas para mejorar las condiciones de la ciudad. "El Plan de Castro fijó las bases generales de los nuevos principios de edificación en Madrid: la altura de los edificios, la anchura de las calles, la ventilación, las condiciones higiénicas y de vida", explica Paloma Sobrini, decana del Colegio de Arquitectos de Madrid.

La nueva distribución desarrollaba una zonificación por clases, tal y como explica el libro 'Introducción al estudio del Plan Castro de Madrid': los barrios del Norte, a ambos lados del eje de la Castellana se dedicaban a las clases altas; los de Salamanca y Chamberí, a la burguesía de nivel medio; tras el Retiro, un barrio de clases populares; Delicias se destinó a zonas de uso industrial y abastecimiento; Vallehermoso para infraestructuras militares; y el Sur para usos agropecuarios y vivienda obrera.

Nuevo eje de gravedad
"Convirtió a Madrid en una ciudad moderna, burguesa y cara. Pasaba del concepto de callejuelas tortuosas a calles anchas con electricidad, agua y gas. Durante muchos años canalizó el crecimiento espacial de la capital. Supuso el traslado del eje de gravedad de Madrid hacia el este, de Sol al eje de La Castellana y el Paseo del Prado. Pero no satisfizo las necesidades del ensanche", afirma Fernando de Terán, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y catedrático y director del departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la facultad de Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid.

Por desgracia, una cosa fue la teoría y otra muy distinta, la realidad. La especulación dio al traste con el crecimiento ordenado que Cerdá consiguió en mayor medida para Barcelona. Los principales compradores de suelo (la Corona, la Iglesia y la Banca) retuvieron terrenos para la construcción de infraestructuras (cuarteles, hospitales, templos, colegios, sanatorios), viviendas (con nuevos barrios como Argüelles y Alfonso XII) y para hacer negocio ante el alza de precios. Los espacios ajardinados se convirtieron en patios minúsculos.

Bolsas urbanas de inmigración
Mientras, los inmigrantes sin recursos eludían el pago de los impuestos municipales asentándose en el borde exterior de la nueva ciudad. Comenzaron a crear enormes bolsas urbanas sin orden ni concierto, que dieron como resultado ámbitos como Tetuán, Prosperidad, Cuatro Caminos o La Guindalera. Pero el desarrollo burgués crecía más despacio y el nuevo esqueleto de la ciudad se desarrollaba de fuera hacia dentro, con un cinturón vacío entre medias que no se consolidó hasta un siglo después.Otros ámbitos fueron condenados a expensas del desarrollo de la nueva ciudad que germinaba. El pasaje desde el centro hasta Delicias estuvo condicionado por el desarrollo del ferrocarril de línea entre Atocha y la estación del Norte, que derivó en su metamorfosis a zona industrial.

Su influencia sobre la ciudad fue tal que cambió su fisonomía, que se convirtió en un mosaico de usos del suelo y clases sociales. Sambricio opina que "tras la consolidación del plano de Madrid cien años después, el Plan siguió motivando que los burgueses no quisieran aposentarse tan cerca de los barrios obreros. Eso ocasionó ciudades dormitorio como La Moraleja".

"Muestra el por qué es necesario proyectar el urbanismo con orden y con una inversión adecuada. Solo hay que comparar Tetuán con el barrio de Salamanca para ver cuándo la arquitectura se hace de forma ejemplar y cuándo las soluciones más fáciles suponen operaciones de ciudad que suponen un coste posterior", sentencia Sobrini. De Terán concluye: "El plan no canalizó todo el crecimiento de la ciudad y se vio desbordado por numerosos ámbitos que surgieron descontrolados y sin servicios. Condicionó la ciudad mucho después del segundo gran movimiento migratorio hacia Madrid, ya en el siglo XX, y marcó la necesidad de una segunda descentralización del eje de la ciudad. El que discurre entre el norte y el sur. Ahora el centro de gravedad debería estar en la M-30"
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               

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