¡Por fin! El Teatro de la Comedia
¡Por fin! El Teatro de la Comedia de la calle Príncipe, uno de los más importantes de la ciudad, y por el que ha pasado lo mejor del teatro español e internacional desde 1875, vuelve a estar abierto para el público después de que en 2002 se cerrara para acometer unas obras de rehabilitación que parecían no acabar nunca. Las reformas han sufrido varios retrasos, no siempre por los responsables directos de la rehabilitación, sino también por dejación de funciones de algunos cargos de Cultura -en este periodo han pasado cuatro gobiernos diferentes, con sus consabidos ministros-.
Pero el pasado 14 de julio el teatro ha sido entregado a su propietario, el Ministerio de Cultura, ya rehabilitado y hoy mismoJosé María Lassalle, secretario de Estado para Cultura, Montserrat Iglesias, directora del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música) y Helena Pimenta, directora de la CNTC (Compañía Nacional de Teatro Clásico) han hecho las presentaciones, con paseíllo incluido, a la prensa.
Debe su nombre a un Real Decreto de 1849 que estableció una normativa por la que determinó que en la ciudad de Madrid existirían, entre otros, un teatro de declamación, sostenido por el Gobierno y denominado Teatro Español, y otros cuatro teatros de “número” que acogerían representaciones de drama, lírico español, lírico italiano y de la comedia. El denominado Teatro de la Comedia tendría como cometido, según este decreto, la representación de todas las obras que no sean tragedias, dramas o melodramas.
El Teatro de la Comedia es sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico desde 1986 y fue adquirido por Cultura en 1998. En el 2004, tras la celebración de un concurso público, el proyecto de obras fue contratado por el equipo de arquitectos Araujo & Nadal. La ejecución de las obras fue contratada a la empresa OHL en 2010 y ese año comenzaron las obras con un plazo inicial de ejecución de 24 meses.
Entre otras muchas intervenciones se ha realizado una gran excavación, que ocupa la totalidad del patio de butacas, para la creación de un gran aljibe que garantice el funcionamiento del nuevo sistema de extinción de incendios.
Especialmente impactante es la elevación del escenario, donde se ha instalado el peine y contrapeine, lográndose una altura libre total, desde el contrafoso a la cubierta, de 28 metros.
Las intervenciones más relevantes en el edificio histórico han sido la restauración del lienzo del techo y su recolocación en su emplazamiento original, la reposición de todas las pinturas decorativas de la sala, la restauración de todas las barandillas de palcos y de escaleras. Además, la ampliación del edificio permite aumentar su superficie en 750 metros cuadrados y crear una nueva sala multidisciplinar de 300 metros cuadrados con un aforo de 100 personas y preparada para ensayos, representaciones, talleres, actividades pedagógicas y laboratorios de creación, entre otros.
Aún quedan algunos elementos de infraestructura escénica y equipación que estarán finalizados en septiembre de 2017 y que supondrá un importe estimado de 5.864.877.40 euros.
El presupuesto inicial de las obras previsto por el Ministerio ascendía a la cantidad de 27,65 millones de euros, de los cuales 15.986.511 euros (IVA incluido, al 18%) correspondían a la ejecución de las obras y se estima que el total de las obras y equipamiento escénico sea de 20.353.504 euros.
La apertura al público del Teatro de la Comedía está prevista para el próximo octubre de 2015 en la que la Compañía Nacional de Teatro Clásico comenzará su temporada 15/16 con la versión dirigida por Helena Pimenta de El alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca, con Carmelo Gómez al frente del reparto.
Pero un teatro, aunque lo fundamental sea el escenario, con lo que conlleva, y el espacio para el público, no es solo eso. También es un vestíbulo, accesos, pasillos, taquillas, ambigú….. Y ahí es donde sorprende la rehabilitación que más bien parece hecha para una tienda de moda, una clínica dental o un restaurante de franquicia.
Paredes blancas, suelo de baldositas de colores varios de 5x5 centímetros (a observar su comportamiento en días de lluvia), y las maderas, las maravillosas maderas del vestíbulo de la Comedia, pintadas en blanco roto, o blanco sucio, o blanco… (hay 28 maneras de llamar al color blanco) ¡pintadas!, al igual que las columnas de ese vestíbulo del teatro en el último siglo (su última y profunda rehabilitación fue en 1915 cuando se quemó). Ni una butaca, banco o sitio donde sentarse por los vestíbulos. ¿Dónde tumbarán a alguien que se ponga enfermo o indispuesto? Las puertas y paredes de los palcos por la parte exterior de una madera de armario poco noble.
El ambigú ha desaparecido. ¿Dónde se podrá comprar agua, o unos caramelillos, tan necesarios para los inoportunos ataques de tos?
Y tampoco queda claro dónde se cortarán las entradas , de manera que se pueda separar al público que ya ha pasado esa barrera del que esté por entrar.
Un teatro con historia
En la década de los setenta del siglo XIX se encargó al arquitecto Agustín Ortiz de Villajos la construcción de un edificio específico para acoger las representaciones del Teatro de la Comedia. A este arquitecto se deben, también, los proyectos de otros dos célebres teatros: el Circo Teatro Price -inaugurado en 1883- y el Teatro de la Princesa – actual Teatro María Guerrero, que fue inaugurado en 1885-. Los tres teatros son ejemplos representativos de la denominada “arquitectura del hierro madrileña”, al haber sido realizados con hierro colado, en vez de madera, tanto la estructura como los elementos decorativos, consiguiendo con ello unos edificios elegantes y ligeros. El proyecto de Villajos para el Teatro de la Comedia fue retomado por el arquitecto Godofredo Ros de Ursinos, pocos años después.
El espectáculo que inauguró la nueva sede del Teatro de la Comedia, el 18 de septiembre de 1875 (140 años y tres días antes que la inauguración de ahora), fue la comedia de un acto El espejo de cuerpo entero y las de tres actos El templo de la inmortalidad y Me voy de Madrid. En el reparto de esas obras estaban reconocidos artistas como Dolores Fernández, Balbina Valverde, Carmen Genovés, así como al empresario del teatro y actor Emilio Mario.
Con posterioridad han sido numerosas las modificaciones que se han llevado a cabo para mejorar las prestaciones del teatro, entre las que destaca la instalación del alumbrado eléctrico en 1887, hecho que conllevó la protesta de los vecinos por el excesivo ruido que producían las máquinas generadoras y la inmediata clausura de la instalación por el Ayuntamiento. También es digna de destacarse la obra de embellecimiento de la fachada llevada a cabo en 1897. La tercera intervención relevante tras el incendio de 1915.
Curiosamente cuando se cerró, se acababa de representar ‘La dama boba’, dirigida por Helena Pimenta. Ahora, esta directora está al frente también de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
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