Fra Angelico en El Prado
Florencia, 1817. Un joven Carlos Miguel Fitz-James Stuart (1794-1835), XIV Duque de Alba y VII Duque de Berwick, adquiere dos obras de Fra Angelico: 'La Madonna de la Granada' (h. 1426) y 'El funeral de San Antonio Abad' y las traslada a España.
Como una feliz casualidad del destino, empujada por una enorme generosidad de su descendiente en la actualidad, Carlos Fitz-James Stuart, XIX Duque de Alba, en enero de 2016 acuerda la entrega de estas dos obras para su ingreso en la colección del Museo del Prado.
Desde ahora y hasta septiembre, el Museo Nacional del Prado, como parte de la celebración de su bicentenario, presenta la exposición 'Fra Angelico y los inicios del Renacimiento en Florencia', que gravita alrededor de dos obras consideradas fundamentales en la eclosión como maestro de la pintura de Fra Angelico: 'La Anunciación' y 'La Madonna de la Granada'. Ni en el mejor de los sueños nos imaginamos un final mejor.
El gran maestro fue pintor antes que fraile, literalmente... En 1417 aparece su primer contrato como artista en un taller de manuscritos. Se llamaba Guido di Pietro, hasta 1422 no profesa como dominico para tomar el nombre de Fra Giovanni da Fesole. El nombre de Fra Angelico aparece tras su muerte, en referencia a su profunda religiosidad. Ahora lo podríamos llamar Beato Angelico, pues el Papa Juan Pablo II lo beatificó en 1982.
Su ingreso en el convento como fraile no le impidió colaborar con otros artistas y mantener un gran taller que proveía de pinturas tanto a iglesias como a importantes mecenas de la ciudad y de fuera de ella. Desde 1950 hasta su muerte, de forma exclusiva para Cosme y Pedro de Medici.
Se formó como pintor en una Florencia en la que los encargos públicos conseguidos por Brunelleschi, Donatello y Guiberti hicieron florecer el trabajo artístico. Fra Angelico se entregó a los nuevos lenguajes y a través de sus pinceles realizó la gran aportación a los comienzos de la pintura renacentista: jugó un papel decisivo en el desarrollo de la pala quadrata (retablo cuadrado), la construcción perspectiva y la arquitectura moderna, tres grandes características que reunió en 'La Anunciación', su primera gran obra maestra.
Giorgio Vasari dijo de él: «Nunca levantó el pincel sin decir una oración, ni pintó el crucifijo sin que las lágrimas resbalaran sus mejillas». Podemos añadir que predicó a través de sus pinceles. Y, para la comprensión de los simples fieles, empleó colores vivos y preciosos ropajes, hizo traspasar los cuerpos a través de estos dando volumen a las figuras y describió con precisión una bellísima vegetación, haciéndonos vivir a través de sus obras el paraíso.
En 2019 podremos viajar o no a Florencia, pero en Madrid tendremos un pedazo de ella, del Renacimiento y de los Medici, en el Museo del Prado a través de 82 obras que abanderaron la vanguardia del resurgimiento cultural europeo.
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