Pensar en Joaquín Sorolla es pensar en la luz intensa del Mediterráneo, en escenas en la playa llenas de alegría y en trazos de infinitos matices de blanco y color. Pero la extensa obra del pintor valenciano no acaba ahí. Adentrarse en la nueva exposición que el Museo Sorolla inaugura este martes es colarse en un lugar desconocido, donde lo contrario de lo que se espera ver asalta de inicio a fin. En Sorolla en negro (hasta el 27 de noviembre) la oscuridad se torna protagonista y la luz apenas se deja ver.
Comisariada por Carlos Reyero Hermosilla con la colaboración de Blanca Pons-Sorolla, la muestra reúne una selección de 62 obras del pintor -pinturas, dibujo, gouache, fotografías, álbum y libro-, procedentes tanto de la colección del propio museo como de préstamos de diversas instituciones y de colecciones particulares -como Museo Nacional del Prado, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo de Segovia, Museo de Málaga, Banco de España, Fundación Sorigué o Fundación Banco Santander-, con las que el visitante podrá redescubrir esa faceta del pintor, la oscuridad, que, aunque poco conocida, se halla de manera notoria en su paleta.
Algunas de las obras expuestas en el recorrido, especialmente las de coleccionistas particulares, son inéditas para el público, como María pintando (1911) o Retrato de Manuel Bartolomé Cossío (1908). Y también se incluye entre las pinturas más destacadas S.M. La Reina María Cristina. Estudio para "La Regencia", (1903-1905), que se presenta por primera vez tras su reciente restauración.
El recorrido se inicia con los acordes cromáticos de negros y grises en retratos que dotan a la pintura de una personalidad particular y, después, se centra en el significado cultural del color negro, que impregna la época y la obra del pintor naturalista.
También se adentra en un nuevo uso del negro que toma forma en el siglo XIX, como creador de contrastes radicales y potenciador de otros colores, antes de poner punto y final con las monocromías, escenas envueltas en tonos grisáceos o azulados, que lejos de suponer una menor complejidad, implican un singular ejercicio de virtuosismo técnico.
La muestra, según ha explicado el museo, es fruto de una larga investigación que navega no sólo por la pintura del pintor valenciano, sino también por la estética y la cultura de los negros y grises en la pintura de entresiglos.
El uso del negro en Sorolla, ha detallado, arranca de la tradición pictórica española -de su conocimiento de Velázquez, del Greco, de Goya-, y se convierte para el pintor en un elemento de expresividad, para sugerir estados poéticos y anímicos, además de reinterpretarse como un color que traduce la modernidad de su tiempo y su sobria elegancia.
Una exposición, añade, que invita al visitante a preguntarse si asociar a Sorolla con el negro puede ser una paradoja o, si por el contrario, representa otro punto de vista para comprender y apreciar al artista en toda su complejidad.
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