El regreso de La Revoltosa
El director mexicano Enrique Diemecke y el cántabro Ramón Torrelledó comparten batuta y dirección musical en este programa doble, que permanecerá del 22 de junio al 22 de julio en el Teatro de la Zarzuela, un lugar considerado por Diemecke como la "catedral mundial del género", aseguró este miércoles durante la presentación del montaje que cierra la presente temporada del teatro madrileño.
En la conocida obra de Ruperto Chapí, "La Revoltosa", con libro de Carlos Fernández Shaw y José López Silva, una hermosa y desenvuelta joven llamada Mari Pepa, encarnada por la soprano María Rodríguez, escandaliza con su actitud y coqueteos a los vecinos de un patio madrileño, interpretados por Luis Varela, Eva Diago, y José Luis Gago, entre otros.
La directora de escena Amelia Ochandiano, cuya trayectoria se ha desarrollado hasta ahora en el teatro, debuta en el de la Zarzuela con estos dos montajes y se convierte en la primera mujer en dirigir un espectáculo de este género en el teatro madrileño. Para Ochandiano, quien aseguró ser una ferviente aficionada a la música, participar en un montaje de zarzuela es "todo un sueño como profesional, ya que reúne el aspecto dramático del teatro y la oportunidad de trabajar con los músicos de una orquesta completa".
La producción cuenta con varias novedades, además de ser la primera vez en la historia de la zarzuela que una mujer, Amelia Ochandiano, se ocupa de la dirección de escena. También es la primera vez que el Teatro de la Zarzuela representa 'Las Bribonas', ya que desde 1908 —año de su estreno en el Teatro Apolo— no se había vuelto a llevar a ningún local español.
Aunque el argumento difiere en las dos obras, el hueso de la trama es el mismo: el poder del cuerpo femenino. Además, los protagonistas principales son las mujeres. Pero, mientras que el trasfondo del mensaje en 'La Revoltosa' es de aceptación inmovilista —propio de la sociedad clasicista que propone— en 'Las Bribonas' hay una crítica hacia la hipocresía de la época y hacia la situación de las mujeres en los pueblos.
"Se criticaba a Maura, a la doble vara con que medía la Iglesia, a la gazmoñería y moralidad excesiva", explica Emilio Casares, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, a propósito del tipo de zarzuela denominada por algunos como 'género frívolo' en la que, entre otros, trabajaba Rafael Calleja. Un género que como "movimiento, conmocionó la vida lírica de la España de las dos primeras décadas del siglo XX", añade el musicólogo.
En 'Las Bribonas' se da un paso más y el autor del libreto, Viérgol, denuncia la hipocresía y cacicato de las damas de los pueblos. Lo hace a través de la historia de una compañía de 'varietés' que llega al pueblo de Estropajosa para 'romper' la paz y desatar la furia de las beatas.
Muchos críticos de la época dijeron que las beatas simbolizaban la ética conservadora de Maura. La respuesta de la Iglesia y de diversas instituciones no tardaron en denunciar lo que se decía y escuchaba.
"El estreno de 'Las Bribonas' impactó mucho en aquella época por la música, porque se cantaban letras verdes, se enseñaba un muslo y se metían con los políticos", subraya Casares. A ello añade que "el 80% de las obras que se estrenaban, que por cierto, en ese año fueron 180, eran retiradas al día siguiente y la de Calleja duró varios meses porque respondía a las necesidades, intereses y pensamiento ético y estético de la sociedad de su tiempo".
El maestro Calleja
'Las Bribonas' no sólo se representó en Madrid, también recorrió toda la geografía española. La obra reportó grandes beneficios al Teatro Apolo y también a sus creadores.
Para Rafael Calleja (1870-1938), supuso su creación más celebrada. La temática narrada en el teatro, con fuerte realismo, le permitió introducir bailes y cuplés —propios del 'género ínfimo'— coros en el espectáculo visual o números de danza atrevidos que tanto gustó a los espectadores que "iban a divertirse, informarse y disfrutar de la música", señala Casares.
Luego vinieron otros éxitos como sus famosas 'Granadinas' de la zarzuela 'Emigrantes', su opereta 'El país de las hadas' —que le consagró definitivamente como uno de los compositores más aclamados de su tiempo— o 'El chico del cafetín', con la que fue considerado como uno de los mejores músicos del momento.
Según los estudiosos de la zarzuela, Calleja es posiblemente el más prolífico con unas 200 piezas de las 300 que compuso a lo largo de su carrera dedicada el teatro lírico.
"La música religiosa, metódica, rítmica llegaba a mi alma convertida en estrofas profanas, que algo de mis adentros transformaba, convirtiendo los armoniosos arpegios en algo que flotaba en el ambiente mundano, cual sacrílega revelación que me empujaba hacia un ramo del sublime arte cuajado de pecados mortales", escribía el maestro Calleja su autobiografía, publicada en 'La Voz de Castilla' en marzo de 1913, como apunte a la época en la que era corista en la Catedral de Burgos y organista suplente -y "casi cura"-.
Destinado a componer zarzuela
Estaba destinado a la zarzuela y a los pocos años, aún joven, viaja a la capital de España para iniciar sus estudios en el Real Conservatorio de Madrid en el que tuvo como maestros a Aranguren, Arrieta y Barrera.
Tras obtener varios premios en piano, armonía y composición en el conservatorio, trabajó como pianista en diferentes cafés madrileños y como músico de foso para vivir y ayudar económicamente a su familia.
A los 18 dirigió por primera vez la orquesta de una compañía de zarzuela actuando en Lisboa. También dirigió otras orquestas y elencos artísticos en España e Hispanoamérica.
Asentado como compositor en Madrid —con reconocimiento de la crítica y el público— y como ciudadano popular y activo en las actividades culturales, participó en el movimiento de músicos y letristas contra un empresario suizo, Fiscowich, que tenía todos los derechos de autor de los artistas a quienes pagaba por cantidades irrisorias.
En 1899 crea junto con Chapí, Barrera o Carlos Arniches la Sociedad de Autores Españoles —precursora de la SGAE—.
La Guerra Civil pasó factura a todos, incluso al espectáculo popular y costumbrista de la zarzuela. Rafael Calleja murió en Madrid, en febrero de 1938, en un hotel de la calle General Pardiñas "hambriento, porque se lo habían robado todo menos las cuatro paredes; expulsado de la Zarzuela, que era en parte suya y de ella empresario, y con tres hijos embargados por la miliciana", describe Tomás Borrás en su libro 'Madrid teñido de Rojo', en 1938.
En la conocida obra de Ruperto Chapí, "La Revoltosa", con libro de Carlos Fernández Shaw y José López Silva, una hermosa y desenvuelta joven llamada Mari Pepa, encarnada por la soprano María Rodríguez, escandaliza con su actitud y coqueteos a los vecinos de un patio madrileño, interpretados por Luis Varela, Eva Diago, y José Luis Gago, entre otros.
La directora de escena Amelia Ochandiano, cuya trayectoria se ha desarrollado hasta ahora en el teatro, debuta en el de la Zarzuela con estos dos montajes y se convierte en la primera mujer en dirigir un espectáculo de este género en el teatro madrileño. Para Ochandiano, quien aseguró ser una ferviente aficionada a la música, participar en un montaje de zarzuela es "todo un sueño como profesional, ya que reúne el aspecto dramático del teatro y la oportunidad de trabajar con los músicos de una orquesta completa".
La producción cuenta con varias novedades, además de ser la primera vez en la historia de la zarzuela que una mujer, Amelia Ochandiano, se ocupa de la dirección de escena. También es la primera vez que el Teatro de la Zarzuela representa 'Las Bribonas', ya que desde 1908 —año de su estreno en el Teatro Apolo— no se había vuelto a llevar a ningún local español.
Aunque el argumento difiere en las dos obras, el hueso de la trama es el mismo: el poder del cuerpo femenino. Además, los protagonistas principales son las mujeres. Pero, mientras que el trasfondo del mensaje en 'La Revoltosa' es de aceptación inmovilista —propio de la sociedad clasicista que propone— en 'Las Bribonas' hay una crítica hacia la hipocresía de la época y hacia la situación de las mujeres en los pueblos.
"Se criticaba a Maura, a la doble vara con que medía la Iglesia, a la gazmoñería y moralidad excesiva", explica Emilio Casares, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, a propósito del tipo de zarzuela denominada por algunos como 'género frívolo' en la que, entre otros, trabajaba Rafael Calleja. Un género que como "movimiento, conmocionó la vida lírica de la España de las dos primeras décadas del siglo XX", añade el musicólogo.
En 'Las Bribonas' se da un paso más y el autor del libreto, Viérgol, denuncia la hipocresía y cacicato de las damas de los pueblos. Lo hace a través de la historia de una compañía de 'varietés' que llega al pueblo de Estropajosa para 'romper' la paz y desatar la furia de las beatas.
Muchos críticos de la época dijeron que las beatas simbolizaban la ética conservadora de Maura. La respuesta de la Iglesia y de diversas instituciones no tardaron en denunciar lo que se decía y escuchaba.
"El estreno de 'Las Bribonas' impactó mucho en aquella época por la música, porque se cantaban letras verdes, se enseñaba un muslo y se metían con los políticos", subraya Casares. A ello añade que "el 80% de las obras que se estrenaban, que por cierto, en ese año fueron 180, eran retiradas al día siguiente y la de Calleja duró varios meses porque respondía a las necesidades, intereses y pensamiento ético y estético de la sociedad de su tiempo".
El maestro Calleja
'Las Bribonas' no sólo se representó en Madrid, también recorrió toda la geografía española. La obra reportó grandes beneficios al Teatro Apolo y también a sus creadores.
Para Rafael Calleja (1870-1938), supuso su creación más celebrada. La temática narrada en el teatro, con fuerte realismo, le permitió introducir bailes y cuplés —propios del 'género ínfimo'— coros en el espectáculo visual o números de danza atrevidos que tanto gustó a los espectadores que "iban a divertirse, informarse y disfrutar de la música", señala Casares.
Luego vinieron otros éxitos como sus famosas 'Granadinas' de la zarzuela 'Emigrantes', su opereta 'El país de las hadas' —que le consagró definitivamente como uno de los compositores más aclamados de su tiempo— o 'El chico del cafetín', con la que fue considerado como uno de los mejores músicos del momento.
Según los estudiosos de la zarzuela, Calleja es posiblemente el más prolífico con unas 200 piezas de las 300 que compuso a lo largo de su carrera dedicada el teatro lírico.
"La música religiosa, metódica, rítmica llegaba a mi alma convertida en estrofas profanas, que algo de mis adentros transformaba, convirtiendo los armoniosos arpegios en algo que flotaba en el ambiente mundano, cual sacrílega revelación que me empujaba hacia un ramo del sublime arte cuajado de pecados mortales", escribía el maestro Calleja su autobiografía, publicada en 'La Voz de Castilla' en marzo de 1913, como apunte a la época en la que era corista en la Catedral de Burgos y organista suplente -y "casi cura"-.
Destinado a componer zarzuela
Estaba destinado a la zarzuela y a los pocos años, aún joven, viaja a la capital de España para iniciar sus estudios en el Real Conservatorio de Madrid en el que tuvo como maestros a Aranguren, Arrieta y Barrera.
Tras obtener varios premios en piano, armonía y composición en el conservatorio, trabajó como pianista en diferentes cafés madrileños y como músico de foso para vivir y ayudar económicamente a su familia.
A los 18 dirigió por primera vez la orquesta de una compañía de zarzuela actuando en Lisboa. También dirigió otras orquestas y elencos artísticos en España e Hispanoamérica.
Asentado como compositor en Madrid —con reconocimiento de la crítica y el público— y como ciudadano popular y activo en las actividades culturales, participó en el movimiento de músicos y letristas contra un empresario suizo, Fiscowich, que tenía todos los derechos de autor de los artistas a quienes pagaba por cantidades irrisorias.
En 1899 crea junto con Chapí, Barrera o Carlos Arniches la Sociedad de Autores Españoles —precursora de la SGAE—.
La Guerra Civil pasó factura a todos, incluso al espectáculo popular y costumbrista de la zarzuela. Rafael Calleja murió en Madrid, en febrero de 1938, en un hotel de la calle General Pardiñas "hambriento, porque se lo habían robado todo menos las cuatro paredes; expulsado de la Zarzuela, que era en parte suya y de ella empresario, y con tres hijos embargados por la miliciana", describe Tomás Borrás en su libro 'Madrid teñido de Rojo', en 1938.
6 comentarios
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