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505 años, El David de Miguel Angel

“Escoged a un hombre y que venga contra mí. Si pudiere pelear conmingo y vencerme, nosotros seremos vuestros siervos; mas si yo prevaleciere sobre él y lo matare, vosotros seréis nuestros esclavos“
Apareció de entre la multitud un pequeño muchacho, un pastor llamado David. Aquel muchacho metió la mano en el zurrón, saco una piedra, la puso en la honda y disparó. El gigante cayó fulminado en el suelo con un tremendo impacto de la piedra en medio de la frente. Corriendo, David se acercó a él, cogió su espada y decapitó al gigante Goliath.
Durante siglos esta historia nos ha servido a todas las generaciones como ejemplo de valor, de seguridad, para darnos cuenta de que cualquier cosa, por muy grande y difícil que sea, podemos vencerla si nos lo proponemos. Esta misma historia, tiempo ha, cautivó tamibén a los florentinos, quien veían en su figura un reflejo de las cualidades de Florencia. Valor para enfrentarse una pequeña república ccomo era la florentina, a toda una república italiana, y belleza, la que tiene Florencia en cada uno de los rincones de la ciudad. Aquel 13 de septiembre de 1501, David, el rey de Israel, quedó ligado a la historia de Florencia para siempre.
Pero no fue ésta la idea original. La enorme piedra de mármol que llevaba años (desde mediados del siglo XV) almacenados en la propiedad del Arte de la Lana (gremio de tejedores de Florencia) era conocida como “el gigante”, antes incluso de ser tallada. Estaba destinada a escultura de algún profeta para la catedral de Santa María del Fiori. Era la época del papado de Alejandro VI, el papa Borgia; era la época justo posterior a la caída de los Medici en Florencia; era la época en que la estrella de un conocido artista toscano empezaba a brillar: Miguel Angel Buonarroti.
Sin embargo, aquella piedra no fue a parar en primer lugar a las manos de Miguel Angel. Fue Agostino di Duccio quien afrontó tamaña tarea. Era el año 1460, y di Duccio sólo llegó a vaciar parte del mármol, pero de tal modo que dejó la piedra casi inservible. Por ello, aquel mármol se dejó abandonado y estuvo durante tantos años oculto.
El cambio de siglo trajo nuevas ideas, como la de afrontar de nuevo el proyecto pero dedicándolo a David. Se ofreció la obra, y tres artistas se presentaron voluntarios: Andrea Sansovino, Leonardo da Vinci y Miguel Angel Buonarroti. El primero quedó descartado rápido, y la elección quedó entre los dos últimos. Leonardo acababa de esculpir un caballo de terracota inmenso para los Sforza de Milán, que desgraciadamente había sido destruido por las tropas francesas. Miguel Angel venía de esculpir la soberbia Pietà en Roma.
Lo que decantó la elección fue la seguridad dada por Miguel Angel de que con el bloque de mármol que le pusieron en las manos sería capaz de construir aquella colosal estatua, sin necesidad de más piedras, y, además, hacerlo “ex uno lapide“, o sea, de una sóla pieza, estilo que estaba considerado como sólo propio para obras maestras.
La obra comenzó el 13 de septiembre de 1501. En el más absoluto de los secretos Miguel Angel se encerró con su obra, y sólo el 23 de junio de 1503 dejó ver algo de ella a los ciudadanos. En mayo de 1504, Miguel Angel acabó la que es considerada como la escultura más bella y perfecta del Mundo.
Pero su Historia no acabó ahí, porque el detalle de su localización ya fue motivo de controversia. Inicialmente, la idea era colocarlo en la catedral apoayada en un contrafuerte, pero entonces se perdía la visión trasera de la estatua, y entre ello, la visión de la honda que iba a la espalda. En enero de 1504, 32 artistas y ciudadanos de renombre de la ciudad de Florencia se reunieron para buscarle emplazamiento. Se decidió que sería en la Piazza de la Signora. Pero la controversia no se quedó ahí, pues aquella mirada amenazante de la estatua; aquellos ojos que parecían cobrar vida en el mármol eran una cuestión políticamente crucial.
Si la ponían mirando hacia Pisa, significaría el deseo de Florencia de reconquistar Pisa, una ciudad que había sido ya florentina. Si se ponía mirando hacia Roma, parecería una mirada de despecho hacia un lugar donde el papa Alejandro VI había cobijado a los Medici que habían sido expulsados de la ciudad por el gobierno florentino. Finalmente, sin embargo, se escogió esta última, y fue tal el rechazo que tuvo entre el pueblo llano que en los cuatro días que duró el traslado del David desde el taller a su lugar de emplazamiento, fue apedreado.
El 8 de septiembre de 1504, la estatua quedó inaugurada.
Año Ruperto Chapí

Compositor español. Hijo de un modesto barbero nació en Villena (Alicante) y recibió las primeras lecciones de su padre, músico aficionado. A los 16 años se trasladó a Madrid para estudiar con Emilio Arrieta, profesor de composición del Real Conservatorio, graduándose en 1874. Ese mismo año consigue una beca para estudiar en Roma donde escribe sus primeras óperas. De regreso a España no tarda en adquirir una gran popularidad gracias a sus composiciones teatrales sobre todo en el género de la zarzuela.
Fundador de la Sociedad de Autores Española en 1893, fue también al igual que Tomás Bretón y Federico Chueca profesor de Manuel de Falla. Compuso música de orquesta (Sinfonía en re) y de cámara de bastante calidad (tres cuartetos) pero su mayor mérito y talento reside en sus obras para teatro: algunas óperas como Margarita la tornera (quizá la más conocida compuesta en 1909) y sobre todo sus 155 zarzuelas estrenadas en su gran mayoría con éxito. Podemos destacar: La tempestad (1882), La bruja (1887), Mujer y reina (1891), El rey que rabió (1891) y sobre todo La revoltosa (1897), sainete lírico con letra de Carlos Fernandez Shaw que señala una cima en su obra. Uno de los grandes méritos de Ruperto Chapí fue el de dar a la zarzuela una proyección universal, apostando por un sentimiento nacional contra el italianismo de moda. Murió en Madrid en 1909. Desde finales de 2008 se vienen celebrando diversos actos para conmemorar el centenario de la muerte del músico valenciano Ruperto Chapí. En noviembre de 2008 se presentó en Madrid el comité organizador y una primera serie de actividades. Esta página, mantenida por el Instituto Valenciano de la Música, recoge todas las iniciativas relacionadas con el centenario de que se tiene noticia, e invita a cualquier institución que desee añadir las suyas a hacerlo escribiendo al siguiente correo electrónico del departamento de documentación y comunicación del IVM. Ruperto Chapí Lorente (Villena, 27 de marzo de 1851 - Madrid, 25 de marzo de 1909) está considerado, por derecho propio, como uno de los compositores más importantes de la música española de todos los tiempos. Pocos artistas han tenido un peso tan específico en la cultura musical hispana, a cuya difusión contribuyó de forma decisiva. Creaciones suyas para la escena como El tambor de granaderos, La patria chica, La revoltosa, El rey que rabió, La bruja, El puñao de rosas, Roger de Flor o Margarita la tornera fueron en su momento grandes iconos y aún hoy lo son, como demuestra el hecho de que algunos de estos títulos hayan llegado a miles de representaciones, hito reservado a pocas obras líricas del repertorio universal.
Sus piezas, que han sido interpretadas a lo largo y ancho de toda España, han recibido un merecido aplauso y el reconocimiento de crítica y público en lugares tan distantes como la Patagonia o Los Ángeles. Prueba de su grandeza compositiva es el hecho de que grandes divos de la escena internacional –desde Eduardo Bergé, Enrico Tamberlinck o Enrico Caruso hasta Alfredo Kraus, Teresa Berganza, Pilar Lorengar, Montserrat Caballé o Plácido Domingo– lo hayan cantado o grabado.
Pero la contribución de Ruperto Chapí a la vida cultural española no se limitó a la composición de óperas o zarzuelas. En 1899, junto con Sinesio Delgado y otros jóvenes creadores, impulsó la creación de la Sociedad de Autores, embrión de la actual Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), que les permitió luchas contra los abusos de los editores musicales del momento. Además, para fortalecer la recién nacida entidad, donó todo su archivo personal a la sociedad, que hoy la custodia junto a las creaciones originales de centenares de compositores.
Carlos IV. Mecenas y Coleccionista

La afición de este monarca español por el coleccionismo y el mecenazgo es una de sus facetas más desconocidas, ha explicado hoy Javier Jordán de Urries, uno de los comisarios de la muestra, por lo que se trata de la primera exposición dedicada a una de las grandes pasiones del mayor mecenas europeo de las artes decorativas.
Pinturas, esculturas, mobiliario, libros, relojes, porcelanas, dibujos, alfombras y tapices dan fe de la amplia colección que logró reunir Carlos IV junto con su esposa, María Luisa de Parma, y que ahora Patrimonio Nacional y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC) han vuelto a juntar para poder ser vista por el público.
Del total de 171 piezas de la muestra, 65 se podrán ver ahora por primera vez, al tratarse -según Jordán de Urries- de textiles almacenados, documentos guardados en bibliotecas y sólo a disposición de los investigadores, de maderas finas imposibles de exponer al público o por formar parte de la decoración oficial del Palacio Real.
Entre los objetos de la exposición más llamativos destacan retratos de Carlos IV y María Luisa de Parma de Goya, Maella y Francisco Bayeu, numerosos relojes, un violín de 1709 realizado por Antonio Stradivarius, el oratorio portátil de los príncipes realizado por Francisco Bayeu, un dessert (1778) -adorno de la mesa en banquetes- o el dosel con trono y silla de besamanos de la reina.
Gran parte de las piezas de la exposición, que será inaugurada esta tarde por la Infanta Elena, pertenecen a las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, pero también han colaborado con la cesión de obras otras instituciones como el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, el Museo Arqueológico, la Real Academia de la Historia y otros museos y colecciones del extranjero.
El presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña, ha subrayado que más del setenta por ciento de las obras pertenecen a Patrimonio Nacional, y ha considerado que ésta es una "ocasión única" para ver reunidas piezas de la colección de Carlos IV "antes nunca vistas".
Con la misma intención de ensalzar una de las facetas más relevantes de este monarca, está previsto un ciclo de conferencias en el Palacio Real, conciertos en Madrid y Aranjuez, y la organización de visitas especiales a las Casitas del Labrador y del Príncipe en Escorial, Aranjuez y el Pardo, estrechamente unidas a la corte de Carlos IV y recientemente restauradas.
La presidenta de la SECC, Soledad López, ha destacado la intención de recuperar un periodo "rico y complejo" en sus múltiples facetas, y ha asegurado que esta exposición muestra la evolución de la pintura, la arquitectura y las artes decorativas de la época a través de una figura tan controvertida como la de Carlos IV.
Para el comisario Javier Jordán, la muestra potenciará las visitas a las Casitas del Príncipe, ya que es allí -ha dicho- dónde las piezas "cobran su verdadero sentido", y ha asegurado que la misma pone en evidencia "la extraordinaria sensibilidad y buen gusto" de Carlos IV para el mecenazgo y el coleccionismo.
El también comisario José Luis Sancho ha subrayado que en cada una de las once salas del Palacio Real que ocupa la muestra hay una pieza "impactante", y ha definido a Carlos IV como una figura "de una gran ambición y, en muchos sentidos, muy desconocida".
Los retratos del Rey, el ambiente en que se formó -en Nápoles y España- las novedades francesas, los proyectos decorativos encargados en Francia e Italia para sus Casitas y los artistas de la corte encuentran su lugar en cada una de las Salas del Palacio Real con un discurso coherente que explica cada aspecto del mecenazgo artístico de Carlos IV. Ilustrar el perfil más artístico de Carlos IV y su extraordinaria sensibilidad por la pintura y las artes decorativas ha sido el principal objetivo de los comisarios de la exposición "Carlos IV. Mecenas y Coleccionista", que se puede visitar desde hoy en el Palacio Real.
El Museo del Prado y el Museo del Louvre

El Museo del Prado y el Museo del Louvre han estrechado e intensificado su colaboración, que en un primer periodo se prolongará hasta 2012, con la exhibición de la obra 'Magdalena penitente', de Georges de La Tour, que inaugura en el museo español el programa 'La obra invitada'.
Esta exposición coincide con la apertura de la remodelada sala que anteriormente exhibía la obra de Goya sobre el 2 y el 3 de mayo y que muestra ahora 'Los primeros Borbones. Retratos de Pintura francesa del Siglo XVIII'.
Ambos actos, 'de marcado acento francés', según el director del Prado Miguel Zugaza, coinciden con la visita del presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, y de su esposa, que esta tarde acompañarán a los Reyes en un recorrido por ambas exposiciones.
Obra destacada de la sala dedicada a los retratos de los primeros Borbones es 'Retrato de la familia de Felipe IV', que se recupera, con todo su esplendor, tras su exilio en el museo durante los últimos años.
Aunque la relación con el Museo del Louvre no es nueva, Zugaza valoró que nunca ha sido tan intensa como ahora. 'Desde hace un tiempo trabajamos en un ambicioso programa expositivo que culminará en el año 2012 con una exposición dedicada a Rafael'.
El museo del Louvre ha sido un ejemplo a seguir desde su fundación, en opinión de Zugaza, quien recordó que ambas instituciones han conseguido una ansiada autonomía jurídica. 'Los dos museos -ha dicho- nos enfrentamos a los mismos retos pero con armas nuevas'.
Estas relaciones fueron comentadas también por el director del Louvre, Henri Loyrette, quien se mostró 'sensible' a la iniciativa del programa 'La obra invitada' con el que se afirma que 'un museo no vive solo de las exposiciones temporales, por otra parte necesarias. Un museo es sus colecciones permanentes', por lo que el acercamiento a obras de importancia de otras colecciones es fundamental.
Aunque pequeña, la exhibición de 'La Magdalena penitente' junto a las dos obras de La Tour que se conservan en el Prado, 'Ciego tocando la Zanfonía' y 'San Jerónimo leyendo', recientemente descubierto y que se encontraba depositado en un ministerio, 'es muy significativa e interesante y hace que Prado y Louvre se conviertan en centros de investigación, lo que en el tiempo actual es muy importante'.
Henri Loyrette consideró al Prado como 'socio indispensable' ya que 'una de las partes negras del Louvre' es la dedicada al arte español. 'Los franceses fueron distantes en lo que se refiere al arte español, no solo en pintura'.
El director del Louvre reconoció también que hasta ahora 'quizá hemos trabajado más con Estados Unidos que con Europa, lo que es lamentable', por lo que se mostró muy satisfecho de estos 'primeros pasos de una colaboración múltiple', en la que la investigación tendrá un papel fundamental.
Vincent Pomarede, conservador jefe de Pintura del Louvre, informó de que está previsto organizar conjuntamente una exposición temporal cada año, comenzando en 2010 con 'Turner y los maestros', que 'permitirá volver a descubrir a este gran pintor' en el Grand Palais de París y en el Prado.
También en las mismas sedes se exhibirá en el 2011 'El Paisaje Clasicista en Roma', exposición 'muy ambiciosa que mostrará el desarrollo del paisaje en Roma desde finales del XVI hasta mediados del XVII y cuyo objetivo es demostrar cómo en esta época el paisaje se convierte en género autónomo. Será un verdadero acontecimiento para el público francés y español'.
Para culminar este primer bloque de colaboraciones, se mostrará en el Louvre y en el Prado 'El último Rafael', centrada en la segunda parte de su obra desde 1508 hasta su muerte, en que estuvo al servicio de los Papas Julio II y León X.
'Esta exposición reflejará más las relaciones entre las dos instituciones que poseen un conjunto importante de obras del periodo romano del artista', afirmó Pomarede, quien comentó 'la gran emoción que hemos sentido al ver nuestra Magdalena junto a San Jerónimo'.
Ambas obras forman parte del catálogo de Georges de La Tour, 'que no supera los cincuenta cuadros, por lo que el Prado es de los pocos que pueden disfrutar de dos obras de este pintor enigmático', según Gabriele Finaldi, director adjunto del Prado.
Obra de 'poesía sublime', 'belleza lírica' y 'sensibilidad total', 'La Magdalena penitente', que se exhibe por primera vez en España, es una de las pinturas más destacadas de La Tour, 'el más español de los artistas franceses, al que se ha confundido en ocasiones con Zurbarán, Maíno e incluso Velázquez', según Andrés Ubeda, conservador del Prado.