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Fotografía en España. 1850-1870.

Conserva la Biblioteca Nacional uno de los fondos fotográficos más importantes del país compuesto por cientos de miles de fotografías sobre obras y temáticas diversas —la iconografía nacional, la Guerra Civil, el Protectorado español en Marruecos, retratos, obras de arte—, entre los que destaca por su rareza e importancia el relativo a la segunda mitad del XIX, cuya amplitud de géneros, materiales y estilos lo convierten en el gran testimonio gráfico de la España de este periodo histórico.
Así, acontecimientos tan significativos como la llegada del ferrocarril, les exposiciones internacionales, el desarrollo de las obras públicas o la toma de vistas de ciudades, monumentos o la reproducción de obras de arte y retratos se recopilan en esta magnífica selección que la BNE presenta al público bajo el título Fotografía en España. 1850-1870.
El conjunto, rico tanto por su variedad temática como la amplitud del período que abarca, recoge igualmente el impacto que tuvo la fotografía como difusora del conocimiento, la cultura y la ciencia desde su aparición en 1839.
Aristas tan reconocidos como Charles Clifford, Jean Laurent, José Martínez Sánchez, Alonso Martínez y Hermano, Louis De Clercq, José Spreafico o Joaquín Pedrosa son algunos de los fotógrafos seleccionados por la comisaria de la exposición, Isabel Ortega García, que junto con algunas fotografías anónimas también de gran interés representa los diferentes caminos y vericuetos que experimentó el arte fotográfico en España durante más de veinte años consolidándose como medio técnico.
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Biblioteca Nacional de España
Sala de las Musas
Del 27 de mayo hasta el 14 de septiembre de 2014
De martes a sábado de 10:00 a 20:00 h.
Domingos y festivos de 10:00 a 14:00 h.
Gallarda & Jarabe Loco
Orquestra De Guitarres De Barcelona
El Teatro de la Comedia reabrirá en 2015

Más de 12 años después de su cierre, el Teatro de la Comedia de Madrid al fin tiene fecha de reapertura: septiembre de 2015. Si la previsión se cumple, la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) podrá presentar su próxima temporada en su propia casa, en una recuperación de la que fue su sede desde 1998. Madrid, por su parte, recobrará uno de sus escenarios más emblemáticos, la histórica sala de la calle Príncipe.
Aprovechando la presentación de la nueva temporada de la CNTC, el Ministerio de Cultura organizó ayer una visita a las obras de un teatro cuya rehabilitación parecía interminable. Según explicó el director general del INAEM, Miguel Ángel Recio, la principal dificultad se ha debido a los contratiempos derivados de la consolidación de la estructura del edifico. “Sumados a la enorme dificultad que conlleva trabajar en un teatro situado en una calle tan estrecha y rodeado por todas partes de edificios de vecinos”, insistieron los arquitectos Sebastián Araujo y Jaime Nadal, encargados del proyecto. Recio, además de fijar en otoño del próximo año la reapertura, aseguró que la obra acabará quedando 1,52 millones de euros por debajo de los costes previstos. Del presupuesto de partida (27,65 millones), 15,72 correspondían a la ejecución de la obra, cuyo coste final ha sido de 14,2. Se calcula que el precio para el equipamiento escénico rondará los 21,62.
La obra civil concluirá en el primer trimestre de 2015 y la de equipamiento estará lista el próximo verano. “Así que justo dentro de un año la Compañía Nacional de Teatro Clásico podrá arrancar aquí su temporada”, añadió Recio, quien confirmó que la placa de la fachada que recuerda que el teatro albergó el discurso fundacional de la Falange Española seguirá en su sitio.
Sin los andamios que hasta ahora cubrían como una telaraña metálica el coso, y con el lienzo del techo otra vez vivo en el cielo del salón (“Lo desmontamos entero para restaurarlo en un taller”) el esqueleto del Teatro de la Comedia y también su carne son ya perfectamente reconocibles. Gracias a la obra, el edificio ha ganado una superficie de 750 metros cuadrados, su aforo llegará a los 700 espectadores y ganará una sala de 300 metros cuadrados para ensayos y representaciones con un aforo de 100 localidades.
En realidad, y según explican los técnicos, las obras no empezaron hasta 2010. “En 2002 se cerró, dos años después se abrió el concurso de obras y luego el del proyecto”, explicaron ayer. Una vez licitado empezó un trabajo cuya principal dificultad radicaba en la estructura. En 1915, el teatro se incendió y en lugar de reconstruirlo con madera y hierro (sus materiales originales) se hizo con hormigón armado. “Trabajar con hierro y madera en mal estado es mucho más fácil que con un hormigón que estaba muy degradado, eso ha generado problemas terribles”, apuntan Araujo y Nadal. La ubicación del teatro, “para hacernos una idea, en un patio de vecinos”, ha sido el otro gran dique de contención: ralentizó cada nueva intervención y cada trabajo para consolidar el soporte físico de la sala. Según los técnicos, lo que queda (ejecución de revestimientos, pavimentos y trabajos de acabado) devolverá la piel y el traje a un teatro que parecía condenado a no revivir.
Una temporada más en el Pavón
Al teatro Pavón le queda una temporada como sede de la CNTC. Ayer, sin embargo, acogió la presentación de las obras que marcarán el nuevo curso. El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, la directora de la compañía, Helena Pimenta, el director del INAEM, Miguel Ángel Recio y representantes de todos los elencos que participarán en el programa de este año acudieron a una cita que ofreció, a modo de aperitivo, fragmentos a capellade algunos de los montajes.
Se pudieron ver actrices recitar en verso con vaqueros rotos, tiradas en el pasillo del patio de butacas llorando como damas ultrajadas o hasta un cervantes gimnástico improvisando rítmicas palabras... había euforia ambiental, y quizá tiene su justificación. Pimenta arrancó sus palabras con un dato importante: en el último año el público de la CNTC ha crecido de nuevo en más del 30% hasta quedarse en 194.637 espectadores (66.000 solo en Madrid).
Para este año, cuentan con montajes que pueden ser campanadas: Donde hay agravios no hay celos, de Rojas Zorrilla, en manos de Pimenta; Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, deconstruido por Blanca Portillo; un proyecto europeo que llevará al extranjero recitales en torno a Calderón y Lope; el regreso de la ya curtida En un lugar del Quijote, de Ron Lalá; el desconocido Enrique VIII y el cisma de Inglaterra, de Calderón, dirigido por Ignacio García, y la visita de las compañías invitadas que despedirán en primavera al Pavón de sus queridos clásicos.
La Carpinese - L'Arpeggiata
Stefano Landi - Passacaglia della vita
La BODA DE LUIS ALONSO
Giovanni Stefani - Amante felice :)
Sorolla en EEUU, exposicion en Mapfre

Cinco años después, Joaquín Sorolla regresa por la puerta grande a Madrid. Si en 2009 el Prado le dedicaba una antológica irrepetible, en la que se codeaba de tú a tú con los grandes maestros -y aguantó el tipo-, ahora es la Fundación Mapfre la que exhibe su producción norteamericana, que fue muy fecunda y apenas se ha visto en España. La historia de amor entre Sorolla y Estados Unidos, como suele ocurrir en las pasiones más arrebatadas, fue breve pero intensa. Un flechazo en toda regla. Llegó por primera vez en 1909, acompañado por su esposa, Clotilde, y sus dos hijos mayores, para inaugurar tres exposiciones en Nueva York, Búfalo y Boston. Las colas se sucedían a diario frente a la Hispanic Society of America, en Manhattan, para ver su trabajo. En un solo día visitaron la muestra 30.000 personas.
El Metropolitan compró tres obras, entre ellas el impresionante «Retrato de Clotilde con vestido negro». Entre las tres sedes vendió 195 cuadros, además de pintar numerosos retratos. Los encargos se le acumulaban. Todos querían ser retratados por él. Magnates como Ralph Elmer Clarkson, damas de la alta sociedad (Frances Tracy Morgan, Mary Lillian Duke, Juliana Arnour Ferguson), pintores (Louis Comfort Tiffany), directores de museos (Charles M. Kurtz, que murió cinco días después de pintar su retrato)... hacían cola en su agenda. Ni el presidente de Estados Unidos, William Howard Taft, pudo resistirse a sus encantos. Le invitó a la Casa Blanca, donde posó para el pintor español, que cobró por el retrato 3.000 dólares.
Ídolo de masas
La sorollamanía invadió la Gran Manzana. «He oído decir a muchos artistas que ni siquiera Sargent podría igualar a Sorolla», escribió un célebre crítico de arte. Enloquecieron con sus paisajes mediterráneos y sus jardines andaluces. Se enamoraron perdidamente de sus escenas marítimas, de sus niños jugando en la playa. Incluso cuadros duros, de tema social, como «¡Otra Margarita!» y «¡Triste herencia!», obras maestras premiadas en Europa, fueron adquiridas por coleccionistas norteamericanos. Prueba de su inmenso éxito fue que comenzaron a falsificar sus obras. Y cuando falsifican el trabajo de un pintor es señal inequívoca de que se ha consagrado. «Hoy hay registradas más de mil falsificaciones del pintor», dice Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista y gran especialista en su obra. Es la comisaria de esta gran exposición, «Sorolla y Estados Unidos», que lleva detrás un exhaustivo trabajo científico de investigación y catalogación de dos años.
Producida por la Fundación Mapfre, el Meadows Museum de Dallas y el San Diego Museum of Art, ya se ha visto en las dos últimas sedes y ahora recala, del 26 de septiembre al 11 de enero, en Madrid. Se exhiben 150 obras, muchas de ellas -explica la comisaria- inéditas o apenas vistas en España. Es el caso de cuatro estudios de gran tamaño del célebre lienzo «Corriendo por la playa» (Museo de Bellas Artes de Asturias), que salieron a la luz en unas cajas en el Museo de Brooklyn y se acaban de catalogar. Ha habido otros hallazgos, como un cuadro de Toledo (Ohio), que no han querido prestar. ¿Qué aportó Norteamérica a la pintura de Sorolla? «Tranquilidad, seguridad... Tras su paso por Estados Unidos trabaja con mayor libertad», advierte Blanca Pons-Sorolla.
Sus dos grandes mecenas
En el eje central de la muestra, sus dos grandes mecenas norteamericanos. Por un lado, Archer Milton Huntington, fundador en 1904 de la Hispanic Society of America (institución creada para promover la cultura española). Fue su mayor mecenas, quien le introdujo en Estados Unidos, tras quedar deslumbrado por su obra en Londres en 1908. La Hispanic atesoró 159 Sorollas. El principal encargo, 14 enormes paneles para decorar la biblioteca de la institución bajo el título «Visión de España». No es de extrañar que en una carta le dijera Sorolla a su esposa: «Creo que he encontrado a Dios hombre» (refiriéndose a Huntington). El segundo gran mecenas fue Thomas Fortune Ryan, millonario hombre de negocios, que adquirió hasta 26 obras de Sorolla y le hizo importantes encargos, como «Cristóbal Colón saliendo del puerto de Palos» (se exhibe en la Mapfre por vez primera junto a los nueves estudios al óleo que hizo el artista) y «Baile en el Café Novedades de Sevilla», también presente en la exposición y muy pocas veces visto.
En 1911Sorolla -que se autorretrató dos años antes, paleta en mano y luciendo orgulloso un sombrero que compró en Estados Unidos, en un cuadro también expuesto- regresa a este país, acompañado solo por su esposa, para exponer en Chicago y San Luis. Durante este segundo viaje realiza en una estancia en Nueva York 15 gouaches con vistas de la ciudad tomadas desde su habitación del hotel Savoy, donde se hospedaba. Cuelgan, por primera vez juntos, en una de las salas de la exposición. Se creía que fueron realizados en 1909, pero se han datado en 1911. Los pintó sobre los cartones que se usaban en la lavandería de los hoteles para doblar las camisas de etiqueta. En otra sala admiramos los dibujos a lápiz que hacía Sorolla en el reverso de los menús en los restaurantes de los hoteles: el Blackstone de Chicago y el Savoy de Nueva York. Retrataba, mientras comía, a los clientes. Se muestran por primera vez 24 de los 138 que atesora el Museo Sorolla.